Atita






Su mirada mágica cultiva 
una caricia. 

Que resuena,
en la frontera infinita de la mar.


El mimo esculpe con sus manos

la plenitud de un cuerpo ajado,

por sentirse vivo.


Sus ojos ya no luchan, se reconcilian

Pues sabe que el mañana es compartir,

su experiencia, su memoria.

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